Frente a la jueza Carina Álvarez y los integrantes del jurado popular, declararon Enrique (el hijo mayor de Violeta), testigos presenciales y dos conocidos de Muñoz Tapia que lo vieron el 29 de septiembre de 2017, después de que cometiera el femicidio.
Así, las últimas horas de vida de la víctima comenzaron a reconstruirse durante la jornada con las palabras de su hijo, quien la vio media hora antes de que ocurriera el hecho. “Hasta mañana”, le alcanzó a decir Enrique antes de irse a trabajar a la medianoche de ese día. Para cuando volvió a las 7, la Policía lo esperaba en su casa para darle la terrible noticia.
Instintivamente, el joven afirmó que el primer nombre que se le vino a la mente fue el de Muñoz Tapia, el albañil con quien su mamá acaba de cortar una relación.
Luego, los vecinos de calles Otazúa, Mosconi y Encina aportaron los datos más duros de esa noche. Todos los testimonios comienzan con el recuerdo desgarrador del pedido de ayuda de Violeta.
“Le gritamos para que se detuviera y no nos miró en ningún momento, como si no hubiera nadie”, afirmó una vecina que presenció el hecho junto al resto de su familia. Detalló que el hombre la apuñalaba lentamente, como queriendo cumplir con su objetivo, y que tras su huida, ella acudió a ayudar a Violeta, pero ya era tarde.
Muñoz Tapia fue perseguido por otros vecinos y, tras recorrer 12 kilómetros, afirmó la fiscalía, llegó a una chacra de China Muerta en busca del sobrino del dueño.
Con la cara ensangrentada se presentó a las 5:20, y ante la inevitable pregunta por su aspecto, el acusado indicó que había tenido una pelea con otros hombres. El chacarero, que lo conocía por ser el ex cuñado, declaró que lo dejó dormir ahí. “Nunca sacó las manos de los bolsillos”, resaltó sobre lo que captó su atención.
Por la tarde, y cambiado de ropa, fue detenido en la chacra por la Policía, luego de que lo entregara el sobrino del dueño. Fue este testigo quien escuchó al acusado cuando confesó el crimen a los efectivos.
La fiscalía lo acusa por femicidio y la defensa oficial sostiene que fue un homicidio simple, al decir que no hubo violencia de género.
El femicidio de Violeta no ocurrió en la privacidad de una casa sino a la vista de los vecinos del barrio El Chacay de Plottier, en calles Encina y Mosconi. Uno de los testigos presenciales, alarmado por los gritos de ayuda de la víctima, salió de su vivienda y se encontró con la terrible escena.
“Eran alrededor de las 0:30, nos habíamos ido a dormir y comenzamos a escuchar gritos de auxilio de una mujer”, recordó el vecino.
En ese momento, el hombre se levantó de la cama, abrió la ventana y vio a Violeta que apenas podía correr por la calle.
“Un hombre la empujó, se le subió arriba, sacó un cuchillo y empezó a apuñalarla en el costado. Después la agarró del cuello, la levantó y le dio en el corazón”, describió el testigo.
“Estábamos a los gritos, en shock con mi familia”, explicó y contó que corrieron al agresor pero no pudieron alcanzarlo.
Fuente y foto: LM Neuquén.
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